lunes, 8 de abril de 2013

Un gazapo.

Amigos, "cagada habemus"... En efecto, un gazapo se ha colado en "Inercia" por arte de birlibirloque, que diría un mago de baratillo. La amiga Ana Ruiz Echauri me ha dado el toque al respecto, cosa que agradezco de corazón. Resulta que en el relato "El rencoroso" se ha colado, justo en medio del cuento, otro relato, "El profesional", lo cual ha dado como resultado una especie de monstruoso híbrido literario de difícil comprensión. Sí, ya puestos a meter "la gamba", pues lo hacemos a lo grande, sí señor... Lamentablemente, poca cosa se puede hacer ya, salvo ofreceros mis disculpas y, por descontado, el microrrelato en condiciones. Los que ya tenéis el libro podéis leer "El rencoroso" al final de estas líneas llenas de lágrimas y disculpas baratas. Y para los que tenéis pensado comprarlo, pues no me queda otra que insertar una paginilla con el texto de "El rencoroso" en condiciones. ¡Mecachis! Reitero mis disculpas, y aprovecho para agradecer a todos los compradores de "Inercia" su desembolso en el fruto de mis desvaríos. ¡Gracias, chavales!

EL RENCOROSO

¿Que por qué le llamaban "el rencoroso"? Bueno, te contaré algo, al fin y al cabo el tío ya está muerto... ¡Sam, dos copas más! Verás, una vez estábamos en alta mar, muy lejos de la costa. Era un sitio que el jefe tenía anotado en sus cartas de navegación. Los chicos y yo le estábamos cubriendo de cemento los pies a un pringado. El tío lloraba y gritaba que no había hecho nada. Lo de siempre... Cuando estuvo listo se lo llevamos al jefe. El tío pesaba como el muerto en el que se iba a convertir. El jefe le puso un vídeo. Se veía un niño gordito en una carrera. Los demás niños le empujaban y se reían de él. El pobre capullo se quedó alucinado. Al final pudo hablar, medio lloriqueando: "¡Era un niño! ¡Lo siento! ¡Los demás también te empujaron!" Y el cabrón del "rencoroso", sin inmutarse, nos hizo la señal para echarlo por la borda mientras le decía: "Sí, lo sé, te esperan abajo".

1 comentario:

  1. Y yo no te comenté aquí?. Ay qué fallo amigo Sancho!. Me encantó leerte. Pero no me lo firmaste. Eso queda pendiente, con un aperitivo de vermut Miró y un plin. Un beso.

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